(CNN) — ¿Podría la emoción ‑incluso una buena emoción‑ producirte un infarto? La respuesta, dicen algunos cardiólogos, es que sí.
Luego de que el entrenador del equipo de futbol americano de la Universidad de Michigan, Mark Dantonio, lograra que su equipo triunfara en tiempo extra contra Notre Dame, el pasado 16 de septiembre, empezó a sentir molestia en el pecho. A la mañana siguiente fue al hospital y los médicos le informaron que había tenido un infarto.
Los periodistas le preguntaron al médico de Dantonio, si ese difícil partido pudo haber desencadenado el infarto.
“Ciertamente el estrés no causa una enfermedad coronaria del corazón, pero como todos sabemos, eventos muy emocionales o estresantespueden ser los desencadenantes”, respondió.
Esto es lo que pasa cuando estás bajo estrés, sea bueno o malo: tu cuerpo libera hormonas llamadas catecolaminas, como la dopamina, la norepinefrina la y epinefrina.
La liberación de estas hormonas produce lo que es llamada la reacción “lucha o huida”. Es una reacción natural y primitiva al estrés que nos permite, digamos, huir corriendo de un oso que nos ataca o luchar contra un enemigo que se aproxima.
“La reacción causa estrés en el corazón”, explica la doctora Sara Mobasseri, una cardióloga del Instituto del Corazón Piedmont. “Hace que el corazón trabaje más duro y que la sangre fluya más rápido”.
Si alguien tiene una enfermedad cardíaca, este estrés puede ser demasiado para que el corazón lo aguante, y puede causar un infarto. Aunque usualmente el estrés es malo, no tiene que serlo, dice Mobasseri. “La liberación de catecolamina puede ocurrir en circunstancias alegres”, dice.
Un estudio hecho a fanáticos del futbol durante el Mundial de 2006 en Alemania encontró quever un partido estresante duplica el riesgo de un evento cardiovascular agudo. “En vista de este exceso de riesgo, particularmente en hombres con enfermedades coronarias, se deben tomar medidas preventivas urgentemente”, describieron los autores del estudio en elNew England Journal of Medicine.
Los cardiólogos advierten que las señales de infarto pueden no ser las que uno se espera. A veces es el infarto Hollywood, en donde la víctima se agarra su pecho y colapsa, pero otras veces las señales son más sutiles, como molestia en el pecho menos dramática o náuseas.
“No me tomé mi garganta o mi pecho ni caí al suelo”, dijo Duane Marcus, que sufrió un infarto. “Fue un dolor relativamente menor que esperé a que se fuera, pero nunca se fue”.
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